domingo, 17 de abril de 2011

Etica o Souvenir


Los pulpos chupan mi etica y la convierten en souvenir para Alejandra Jiménez y Mauricio Redolés, grandes revolucionarios.

de Claudia Reyes Allendes, el Domingo, 17 de abril de 2011 a las 14:08

Quiero un país donde pueda realmente aportar. No me refiero a protestar. Me refiero a construir. Quiero un país donde yo pueda oscilar entre mi ira, mi dolor, mi decepción y la alegría inmensa de ver lo logrado.

Quiero un país donde las personas de izquierda luchen para mejorar las cosas, para lograr cambios reales y no estén siempre a la retaguardia, aplastados por los pulpos, queja tras queja. Quiero un país donde la izquierda sea realmente activa y que la indignación sea una constante, porque este mundo en el que vivimos es muy miserable para la mayoría de nosotros los seres humanos.

Quiero un país que comprenda que no es sólo el país es que está jodido. Lo tremendo es que el mundo cambió para hacernos añicos y nos tiene recagados. Y ese mundo feo que triunfó esta construido y liderado por unos pulpos que absorben todos nuestros ideales, nuestro íconos, nuestra ética y lo convierten en souvenir.

Quiero un país donde ciudadanos sean personas del pueblo de Chile y aunque las situaciones revolucionarias no son permanentes, y aunque hay que estar alerta, y la nuestra haya pasado, seamos furiosos ciudadanos dignamente felices en nuestro ser pueblo. Quiero un país donde sea posible construir.

Quiero un país donde la gente salga a la calle realmente indignada (porque se atenta contra nuestra dignidad permanentemente) y a la vez vaya a golpearle bien fuerte la mesa, a los dirigentes que no nos representan. Quiero un país de palabra y acción, con propuesta y valentía. Quiero un país con más inteligencia que egolatrías.

Quiero un país donde la alegría y el ocio sean democráticos. Donde pasar una tarde sentados en una plaza jugando ajedrez, o carioca, o andando en skate sea una fiesta ciudadana. Donde no sólo el diálogo duro sea la expresión de la política. Quiero un país donde la gente diga con permiso, buenas tardes, gracias, por favor. Quiero un país donde el chofer del auto que viene detrás no le eche garabatos y agarre a bocinazos al de adelante que se detuvo en un paso peatonal. Quiero un país donde alguien se detenga a preguntarle al que quedó en pana si necesita ayuda, aunque eso le signifique retrasarse.

Quiero un país donde los dirigentes y creativos comprendan que los chilenos no hemos sido de carnaval en la calle, podemos ir de juerga, pero históricamente en Chile invitamos a tomar once, a almorzar, somos de la puerta para adentro. Y que, ocasionalmente, vamos a la plaza, a la calle, a compartir. Y aún así, amamos y podemos ser sensuales en un abrazo calentito de invierno llovido.

Quiero un país donde la gente sepa el nombre de su vecino, y salude y le vaya a preguntar por su salud cuando pasa el tiempo y no se ven. Quiero un país que cuide a los niños y a las niñas, quiero un país donde hablar fuerte no sea escandaloso, quiero un país donde se pueda discrepar y respetar a la vez.

Quiero un país donde recordemos cada día que estamos en la vida para vivirla, y aunque eso signifique mucha dificultad, hay unos puntitos, unos segunditos, en que la alegría se puede sentir profundo, y eso alcanza para mucho.

De verdad quiero un país donde los niños de 14 años sean niños, y no adultos armados y desalmados. Quiero un país donde haya más buena gente que miserables.

Y para eso me levanto todos los días, y empiezo por casa.

viernes, 5 de diciembre de 2008

miércoles, 5 de diciembre de 2007




Juan Fernández: Una experiencia Originaria

Visitar el Archipiélago de Juan Fernández es una experiencia originaria.

Primero, llegar es de una tremenda dificultad, el viaje en avioneta es agotador, el ruido de las élices duro de aguantar y el movimiento del avión si no hay buen viento, también.

El mundo es curioso desde el cielo, se ve cada camino, siembra, casa y la privacidad es mucho menos privada de lo que uno creyera. Las líneas de la tierra son como nuestras líneas de la mano y tienen la historia que una palma pudiese tener.

Al llegar al Archipiélago, de inmediato uno tiene la sensación de estar en el principio de los tiempos, el corte y color de los cerros, lo verde y cristalino del mar, el viento, el polvo, la roca volcánica, un paisaje de tan brutales contrastes que intimida e invita a la vez.

Aterrizar es una audacia en ese aeropuerto breve y curvo como pista de skater para luego bajar y tomar un camino polvoriento como un lejano desierto africano. Uno puede estar en cualquier lugar del mundo, pero es la isla.

Bajar al muelle a tomar la lancha o el bote y cruzar el mar durante casi dos horas, dependiendo el oleaje, entre los maravillosos lobos marinos, únicos del lugar es precioso y nuevamente agotador.

Cuando uno llega al pueblo, es otra cosa. Vegetación de todo tipo, recogen el alma y la mirada. Es asombroso.

En Juan Fernández no existe el tiempo, o un tiempo propio. No existe el lugar privado, aunque sí el propio. Las casa no tienen rejas, todo está conectado, la comunicación es a viva voz, o cara a cara y el ambiente es como de una gran familia.

Poco más de 600 habitantes son todos algo parientes, y las fiestas o disgustos como en las familias.

Viajar a Juan Fernández, para trabajar sobre desarrollo de Juan Fernández es además una experiencia maravillosa.

Inaugurar las instalaciones del hermoso Jardín Infantil Sandalito, o el salón de los pescadores en el muelle, o simplemente compartir con el señor de la universidad de Chile que viaja hasta allá a tomar por primera vez en la historia un prueba de admisión a estudios superiores (nuestra PSU) a 16 habitantes de la isla, compartir con una Presidenta cercana, certera, responsable de hasta donde llega y a dónde no va, que busca siempre más por los chilenos y chilenas, es de verdad una cosa muy especial. Escuchar hablar, mirar, ver cómo funcionan Yasna Provoste, Ministra de Educación o Estela Ortiz, mi jefa en la Institución de Jardines Infantiles, es un privilegio que a mi personalmente me hace mucho sentido. Y no estoy hablando de juicios políticos que uno puede evaluar de una u otra forma, según el momento.

Por allá por los 80 quería un mundo más democrático, un mundo más justo socialmente, un tiempo de más oportunidades. Yo invertí años de mi juventud en ello, hice un camino largo para ser, y hoy siento que me he arrimado a buen puerto, que la vida me instaló en un sitio desde donde puedo ver mucho y me siento muy afortunada por ello.

viernes, 26 de octubre de 2007

De la Cuna al Mundo



Producir el evento de lanzamiento del libro De la Cuna al Mundo en cada región visitada ha implicado estrechar aún más los vínculos con mundos empresariales, académicos, estatales y culturales en cada región del país en benefecio de las niñas y los niños de Chile.

En la JUNJI (Junta Nacional de Jardines Infantiles), trabajamos por la primera infancia, los más pequeños, los más pobres de Chile.

El libro De la Cuna al Mundo es producto del trabajo que 13 reconocidos fotógrafos chilenos realizaron a lo largo de todo el país. Da cuenta de la vida de los chilenos, niñas y niños y de cómo JUNJI se hace cargo de sus distintas realidades para educarlos y ser parte, junto a sus familias, de su crecimiento: desde las áridas y lejanas tierras del norte hasta las más extremas y alejadas zonas del sur del país, en todas partes.

Presentar este libro en diferentes regiones del país es parte de una gira nacional que está realizando la vicepresidenta de JUNJI, señora María Estela Ortiz reuniéndose con intendentes, alcaldes y autoridades políticas de las regiones a fin de implementar enérgicamente la inversión en 900 nuevas salas cuna en el país.

El hito histórico de haber habilitado junto a Fundación Integra durante el año 2006, 800 nuevas salas cuna y con ello triplicar la oferta pública de este servicio, es señal de la prioridad que Chile le ha dado al tema de infancia.

Nunca antes en la historia del país, la Educación Parvularia había tenido tanta importancia. En el marco de la campaña Chile Crece Contigo, el gobierno se ha propuesto para este año 2007 crear 900 nuevas salas cuna, lo que permitirá incluir dentro del sistema educativo a 70 mil niños y niñas de 0 a 2 años.

Ser parte de esta cruzada revolucionaria por el cambio de vida de los niños y niñas en Chile, es algo que compromete y llena de orgullo.

domingo, 14 de octubre de 2007

Teatros para el Teatro. (2003)


Teatros para el teatro.
La vigorosa precariedad de los teatreros independientes en Chile.

Publicado en la Revista de Teatro Paso de Gato, n° 2/3, octubre/diciembre, México 2003.
Claudia Reyes Allendes.

En Chile la base de la actividad teatral es la autogestión. Las compañías se procuran los espacios para poner en escena sus espectáculos, inventando alternativas a las salas de teatro tradicionales que son escasas y caras; buscan diferentes formas de difusión, ante la imposibilidad de acceder a los estándares comerciales de marketing empresarial. Sin embargo, a pesar de inmensas dificultades y frecuentes fracasos financieros, en Chile hay teatro y cada vez.
De cómo sucede este fenómeno, de cómo la pobreza de recursos desata la imaginación productiva y empresarial, conversamos con Paulina Urrutia, destacada actriz, dirigente de Sidarte (Sindicato de Actores de Chile), Alejandro Campos, promotor de teatro escolar, y Caioia Sota, productora, gestora de espacios como El Teatro del Puente.

Paulina Urrutia: Habitar el verdadero ejercicio de la libertad de expresión.


- Paulina, cómo es que hoy, en este invierno conosureño de 2003, podemos decir que hay tanto más teatro en Chile?
- En los últimos años hay un incremento de la oferta teatral y eso tiene que ver con la gran cantidad de escuelas de teatro y con que en Santiago, la base de la actividad teatral es la autogestión. Hay una necesidad urgente en los actores jóvenes el oficio que han estudiado, explorando principalmente desde la dramaturgia. Nosotros tenemos estadísticas que indican que dentro del mercado teatral chileno hay una muestra superior al 80% de dramaturgos nacionales que son representados, eso es muy raro en un país. No sólo se están explorando los contenidos, sino que también las formas. Sin embrago siempre la piedra de tope en el desarrollo del teatro nacional es la infraestructura. En Chile hay una inmensa capacidad de creación, pero la capacidad de cuerpo que tiene el mundo teatral no tiene respuesta en términos de difusión masiva, de acceso a la población, y de implementación de infraestructura para que los espacios permitan mostrar el teatro. Estamos compitiendo con todo un mundo de entretención bien instalado, cuando en el teatro no tenemos nada.


-No hay competencia posible desde el teatro independiente y experimiental frente a una cadena de salas de cine con pop corn incluído, pero sí podría haberla desde el teatro de mercado, ¿o no?
Se ha hablado de que existe el boom del teatro comercial en Chile. Pero nuestros estudios estadísticos demuestran claramente que la cifra de teatro comercial no ha variado desde la época de los años ochenta hasta hora, porque aunque hay nuevo teatro comercial, permanentemente esta cifra se equilibra con el teatro experimental o teatro emergente que es cada vez más. Lo que pasa es que el teatro de entretención, el teatro comercial, es más visible porque entra a los canales de televisión, tienen redes propias de circuitos comerciales y constituye una apuesta que tiene más visibilida, pero realmente la oferta teatral comercial ha disminuido, no porque haya menos teatro comercial sino que porque la cantidad de la oferta joven o del teatro no comercial es siempre más.


- ¿Entonces, esto del teatro comercial no es un fenómeno de ahora, sino que sería un fenómeno histórico en el teatro en Chile?
- Nunca el teatro comercial en Chile ha superado la oferta de un teatro de autor, de un teatro experimental que tenga contenido, forma, discurso. Jamás. De hecho, la gente hace la relación de ir al teatro con algo serio. Es poca la gente que ve en el teatro algo simplemente liviano y de entretención. La gente no va al teatro como va al cine. El cine es para distraerse, el teatro involucra de otra forma. Hay algo en el teatro que es magno, grandioso, distante. En Chile, todavía cuando se va al teatro, se va al Teatro.

-Algo muy chileno.
-Sí, es algo muy chileno, porque en otras partes como España o Estados Unidos el concepto del teatro es el estilo Broadway o Hollywood del teatro, lo que nosotros estamos llamando comercial o de mercado. El otro teatro es el Off. Pero en Chile ese teatro tipo Off es el teatro oficial, el teatro de Alfredo Castro, de Ramón Griffero, de Andrés Pérez y eso sigue constituyéndose en una especie de estándar de lo que es teatro. El Otro, es el otro teatro, el teatro de mercado. Ese concepto es de la cultura de este país.


-¿Qué pasa con dónde se realiza el teatro?
-Ese es un de nuestros grandes problemas. En Chile pasan los años y las condiciones no han mejorado y eso es una realidad, y lo sufrimos todos, no solamente los que hacemos teatro. Es que es un Acto ir al teatro, porque es un sacrificio, porque hace un frío terrible en invierno, por la incomodidad de los asientos. En el año 1991 hacíamos teatro en una casona vieja, inventando que ahí podíamos hacer teatro, pero ya estamos en el año 2003 y estamos metidos en un galpón peor porque estamos llenos de ratones. Eso no puede ser y esas condiciones evidentemente se traspasan hacia el público.


-¿Y aún así hay público para el teatro?
-Sí. Hace diez años nosotros veíamos que la gran decisión del tiempo libre del chileno estaba entre la parillada y la obra de teatro. Hoy hay muchas más alternativas. Se ha ampliado muchísimo la cantidad de gente que va al teatro y la oferta ya no es la misma, hay muchísimo más que hacer en el tiempo libre. Entonces la infraestructura y la difusión son problemas urgentes que resolver. Pero es difícil porque implican políticas de subsidios y espacios de difusión que no existen, proyectos para generar circuitos, y que la población conozca la oferta teatral que hay. En definitiva el gran tema es el verdadero ejercicio de la libertad de expresión pasa porque existan los espacios para ejercerla verdaderamente, y hoy los espacios no están dados a todos. Una obra que no es difundida, no existe. Si encima existe una fuerte presencia del otro circuito, que tiene abierta la puerta a la televisión, a la sala de teatro con un gran despliegue publicitario, lo que le pasa al circuito alternativo y emergente es que se ahoga.


- El circuito alternativo se satura.
En Chile está toda la oferta mezclada, es una sola gran masa teatral compitiendo por los mínimos espacios que hay. Y eso no puede ser porque los más jóvenes requieren de tiempo para foguearse. Ellos requieren de experiencia y para eso necesitan mostrar más sus obras y requieren de circuitos alternativos, no de estar compitiendo en igualdad de condiciones con gente que tiene discurso y madurez teatral. Tienen que aprender a proyectar más el trabajo.

Alejandro Campos: En general, la realidad en Chile sigue siendo patética.


- Alejandro, para que el fenómeno teatral sea, deben suceder muchas cosas. Hay que vender entradas, por ejemplo. ¿Cómo llegaste a promotor teatral, por qué a vender?
-Por necesidad llegué a vender. Yo estudié teatro, pero tenía una banda de rock y yo tenía formación de actor pensé qué puedía hacer, que me diera plata y que estuviera ligado a mi mundo. Buscando un oficio me vinculé a este mundo de las ventas y la producción teatral, y comencé muy lentamente a abrirme camino en un sistema que está muy corrupto, donde no existe ningún tipo de fiscalización ya sea sobre asuntos financieros o sobre la calidad del teatro que los estudiantes ven. Porque la calidad teatral que se ofrece a los estudiantes, es en general, muy mala. Así que decidí meterme a esto y distinguirme por la calidad de la oferta. Yo ofrezco buen teatro, no vendo cualquier cosa. Me costó comenzar pero ya tengo un circuito y para mí el arte es un especie de sentido místico de la vida, defiendo que el arte tiene un sentido de formación social que hay que cuidar.

- Tú no perteneces a ningún organismo colegiado, pero trabajas mucho en redes personales, ¿cómo se da eso?
Yo hago las cosas a mi modo, con buenas intenciones y la verdad es que eso no es muy común. El mundo de los productores y especialmente el de los vendedores de teatro escolar, está bastante podrido. Este sentimiento y este juicio me dificulta mis relaciones con la gente. Creo que tengo características que no facilitan mucho mi convivencia en redes como sindicatos o agrupaciones, por eso prefiero desarrollar vínculos por amistad laboral, porque puedo ser muy leal con la gente y logro grandes relaciones, pero mi red es de afinidad personal, no es social o política. Creo que harta gente trabaja como yo.


- ¿Lo ves como algo común a otros, que identifica quizás una generación?
- Sí, yo creo que sí. Pero no sé si es de ahora porque uno puede pensar en Mauricio Celedón y el Teatro del Silencio y ahí hay una tremenda red personal. Andrés Pérez tenía otra tremenda red personal.


- Pero ellos son maestros en el área creativa. Hablamos de Pérez, de Celedón, podríamos recordar a La Troppa como un tremendo fenómeno creativo y de producción, pero qué hay ahora, en el siglo XXI, quiénes están pegando dando golpes importantes y por qué.
Entró muy fuerte el teatro comercial, masivo, con productores que han dado en el clavo como Liliana Ross, Rosita Nicolet, Cristina Tocco. Yo he visto lo que presentan y hay de todo, pero hay obras de gusto masivo que son de buena calidad, el trabajo es bueno, no se puede criticar, pero el contenido de lo que entregan, yo no lo comparto, es tontera pura.

- Pero, qué pasa con la gente más nueva, como las chicas de Niño Prodigio Teatro Ana María Harcha y Francisca Lombardi?Ellas por ejemplo, hicieron una producción súper exitosa comercialmente, y la base de su difusión fueron cadenas de emails.
Es que hay más teatro, hay más grupos funcionando que están armando sus propias redes, muy a su manera.


- Y hay más público.
-No sé si tanto más, pero algo hay, pero aunque más teatro, hay más espacios y más grupos funcionando, la realidad teatral chilena sigue siendo patética. Yo te diría que salvo los que llenan 300 butacas con regularidad, el promedio de asistencia es de no más de 20 personas por función. Yo creo que hay un problema serio en Chile con esto. Acá existen creadores talentosos, pero no existen generaciones con fuerza que estén golpeando en términos de tener un cuento teatral, un proyecto que también involucre la producción. Hay algunas excepciones, pero son tan pocos los que se están preocupando de hacer un camino en serio. En ese sentido, la compañía de teatro La Mancha es un ejemplo notable en Chile, porque sin duda ellos han preparado bien a la gente, son creadores con capacidad empresarial única. De ahí vienen muchos grupos y gente nueva como La Patogallina y otros grupos que hacen teatro de calle o clown, que han sido muy exitosos.


Caioia Sota: Una pasión envidiable por hacer teatro.
Caioia Sota ha luchado durante años por crear espacios para el teatro. Trabajó junto a Andrés Pérez en la carpa del Gran Circo Teatro y recorrió el mundo desde esa tela multicolor, luego le dio vida a la Sala Amarilla, detrás de la antigua estación de trenes de Santiago, Estación Mapocho, hoy convertida en centro cultural. Instalada desde hace años sobre el río Mapocho en Santiago con el Teatro del Puente, cree que la creación se beneficia con nuestro despelote.


-¿Quiere decir eso que la pobreza nos beneficia?
-Deberíamos tener los recursos para trabajar profesionalmente, para que sala de teatro sean un espacio digno para trabajar y crear; que acojan tanto a artistas como al público y que sea posible que la gente de teatro vivamos de nuestro trabajo directamente, que no haya que estar inventando mil cosas para sostener el teatro o hacerse un sueldo. Pero, por otro lado, es cierto que ante tanta dificultad, entre tanta pobreza, nosotros tenemos una pasión envidiable por nuestro trabajo. En Chile todavía los actores sacan las lámparas de sus casas para incorporarlas a una escenografía. En el mundo desarrollado eso no sucede, nadie se apasiona, nadie se desborda. Hay contratos laborales que hay que cumplir, normativas que hay que respetar, y si eso no se cumple, no hay teatro. Acá en Chile, siempre hay teatro, a pesar de todo.


- Entiendo lo que dices porque he seguido tu lucha a lo largo de años por crear un Fondo Solidario para las Salas de Teatro, para que no mueran, ya que aquí no hay soporte del Estado para las salas, y los privados tampoco aportan, pero parece que esta precariedad te simpatiza.
No me simpatiza la falta de recursos, pero yo no creo que otros puedan comprender lo que nosotros hacemos. La gente de teatro hablamos un idioma diferente al de los empresarios y al de los políticos. Llegamos donde ellos, golpeamos mil puertas, alguna vez nos escuchan, alguna vez nos ayudan, pero no hay una política sostenida de apoyo a la infraestructura cultural en Chile, y hasta que no haya algo sostenido en el tiempo, todo dependerá del esfuerzo de los productores independientes y los artistas. Nosotros, la gente de teatro, somos los que sostenemos el teatro. De nosotros depende.


- ¿Qué dinámicas son las que fortalecen esta dependencia?
-Nosotros hacemos teatro como vive la gente en las poblaciones más pobres, colgados, sin techo. Pero es aquí donde se da la solidaridad, la creatividad, la posibilidad de existir con cultura.


- ¿Cuáles son nuestros recursos?
Nuestra materia prima son los actores y grandes directores. En el teatro chileno no vas a encontrar despliegue de tecnologías, ni efectos de luces, aquí está todo a flor de piel. En Chile hasta los actores de televisión son personas que eligen una vida marginal. Mantenernos haciendo arte es la mejor muestra de nuestra humanidad.